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Nicolas Boffi

Directeur Développement

Una consecuencia notable en la creciente crisis pandémica del Covid-19 es la interrupción progresiva de las obras y construcciones en todo el mundo, a medida que los procedimientos de cierre se vuelven más estrictos.

Si bien el brote parece haber alcanzado el pico en Asia (con China actualmente tratando de revivir su enorme economía), el resto del mundo todavía está luchando por contener el virus. A medida que muchos países y ciudades globales cierran, los proyectos y obras de construcción se han suspendido y la economía local se ha visto cada vez más afectada. Dada la contribución de la industria de la construcción al empleo y su importancia para la vitalidad de las ciudades, esta situación es una crisis sin precedentes.

 

La mayoría de los países occidentales no estaban preparados para este brote. Muchos intentaron inicialmente equilibrar la continuidad del negocio mientras implementaban medidas de salud pública, temiendo la parálisis de un país y sus impactos económicos asociados. Este fue el caso en España, Francia y el Reino Unido, que no cerraron hasta finales del mes de marzo, y que hasta entonces tuvieron un enfoque poco claro en la gestión de las obras de construcción y muchas de ellas continuaron, como de costumbre, a pesar del riesgo para la salud de sus trabajadores. Sin pautas claras, los contratistas estaban sumidos en la incertidumbre: ¿cómo mantener a los empleados seguros, lidiar con los retrasos o la escasez en la cadena de suministros? ¿Deberían cerrarse las obras y declararse una situación de fuerza mayor? ¿Cuáles serían los impactos contractuales?

 

Necesidad de clarificar la situación por parte de las autoridades públicas

Los proyectos y contratos se verán afectados por los problemas generados a raíz del Covid-19, ya que puede haber una disponibilidad limitada de materiales, una productividad reducida, necesidad de aumentar las medidas de salud y seguridad y posibles cierres de obras. La evidencia reciente de Italia, España y Francia, y ahora los Estados Unidos, demuestra que las órdenes contradictorias de los gobiernos y las medidas tardías o a medias han empeorado la situación. 

Una similitud creciente entre países requiere la necesidad de aclarar las políticas públicas a través de las siguientes acciones:

Tomar decisiones audaces para designar qué tipo de construcción se considera un negocio esencial o de interés para la salud pública.

Proporcionar una lista de recomendaciones para mantener la seguridad y salud de los trabajadores y organizar la continuidad de la obra: medir la temperatura de todos los trabajadores, limitar el número de reuniones no necesarias en la obra, distanciamiento social limitando el número máximo de trabajadores en un perímetro dado y organizar regularmente rotaciones.

Aclarar las implicaciones legales con el fin de ayudar a las partes la responsabilidad potencial por demoras, proteger intereses y cómo notificar a la compañía de seguros. Asegurarse de que haya una comprensión clara sobre dónde repercutirán las pérdidas por el retraso y las interrupciones estipuladas ayudará a abordar los problemas de una manera más colaborativa con los clientes, evitar la mentalidad de reclamaciones directas.

Reunir a todos las partes implicadas para llegar a un acuerdo sobre la aplicación efectiva de las políticas impuestas por las administraciones públicas. Estas partes interesadas incluyen: arquitectos, consultores e ingenieros y a cualquier persona que tenga responsabilidad en las obras.

Francia, Canadá y Alemania ya han comenzado a implementar este enfoque, así como el Reino Unido, que después de su período inicial aparentemente de laissez-faire ahora parece estar en el mismo línea. Algunas inquietudes e impactos que pueden tener los clientes afectados por esta crisis incluyen la interpretación de las cláusulas contractuales, el potencial de reclamaciones, el riesgo de impacto en la cadena de suministro, disputas y planificación de la recuperación.

 

Lecciones de China: cómo reiniciar el motor

Cifras recientes, publicadas por el gobierno chino, muestran que en las ciudades costeras chinas hay un claro repunte en términos de suministros de hormigón y materiales así como de recursos laborales, en comparación con mediados de febrero que fue el pico del brote. Dicho esto, la situación todavía está siendo manejada con mucho cuidado por China que aparentemente ha estado dispuesta a sacrificar su economía para evitar un resurgimiento de la infección. En la provincia de Hubei, donde no se han registrado casos nuevos en los últimos días, el reinicio de la economía todavía es lento y está bajo control.

 

La reapertura de obras después del brote debe hacerse con mucho cuidado. Además, sería prudente continuar con las recomendaciones de Salud y Seguridad después de que se levanten los bloqueos, por ejemplo, con la medición de la temperatura de los trabajadores y la gestión de la proximidad de los trabajadores. De hecho, deberían mantenerse en el futuro ante un previsible posible resurgimiento de epidemias.

 

Adelantarse a la curva

Cuando finalmente se levanten los bloqueos, nuestra recomendación es que los organismos públicos realicen un mapeo de todos los proyectos de infraestructura e instalaciones públicas y una reevaluación de los permisos de construcción pendientes. El objetivo aquí es evaluar las posibilidades a corto plazo para convertirlas, a costes razonables, en obras y activos de construcción más resistentes. Es probable que el resurgimiento sea lento y ésta es una excelente oportunidad para dar un paso atrás y prepararse en consecuencia para el futuro.

 

Hay mucho en juego para todos. Dada la escala de inversión necesaria para reiniciar la economía, los gobiernos deben pensar ahora en diseñar infraestructuras resistentes y activos reversibles (como hoteles transformados en hospitales), acelerar la construcción fuera de la obra y modular, así como invertir a largo plazo en el sector empresarial. Esto contribuirá a no gastar la deuda pública en el mantenimiento de un sector de construcción tradicional no resistente.

 

Esta es una prueba de fuego para los gobiernos que están bajo presión para subsidiar el impacto económico y social a corto plazo de los bloqueos. Y esta es una oportunidad de por vida para asegurar nuestra prosperidad futura en lo que probablemente será un mundo transformado.

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