Las ciudades ofrecen la promesa de una vida mejor: buenas infraestructuras, accesibilidad y numerosas oportunidades. Pero a medida que los centros urbanos siguen expandiéndose a causa del rápido crecimiento de la población mundial, ¿cómo podemos seguir manteniendo viva esta promesa?
Las ciudades deben redefinirse al ritmo del mundo que nos rodea, en constante evolución, respondiendo a los cambios globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las expectativas sociales.
Al mismo tiempo, cada ciudad tiene una identidad única definida por su cultura, sus sistemas y sus características geográficas y demográficas. Todos estos elementos deben tenerse en consideración para garantizar que la planificación de las ciudades reimaginadas se centre en las necesidades de la comunidad.
El término "economía verde" fue utilizado por primera vez por Naciones Unidas en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En una economía verde, el crecimiento del empleo y de los ingresos se ve impulsado por la inversión pública y privada en actividades económicas, infraestructura y activos que permiten reducir las emisiones de carbono y la contaminación, mejorar la eficiencia energética y de los recursos, y prevenir la pérdida de biodiversidad y de servicios de los ecosistemas.
Un enfoque de economía verde, centrado en el crecimiento con bajas emisiones de carbono y respaldado por la innovación digital, es clave para una planificación urbana sostenible.
¿Qué hace que nuestras ciudades sean únicas?
Cada ciudad tiene sus propios puntos fuertes: desde su variado patrimonio, hasta sus recursos y su ecosistema urbano. Todos ellos aportan un sentimiento de orgullo e identidad. Pero cuando se trata de objetivos de desarrollo sostenible a largo plazo, ¿cómo pueden utilizarse esos puntos fuertes en beneficio de una ciudad?
En los últimos años, nuestra forma de vivir, trabajar y disfrutar de nuestro ocio ha cambiado en gran medida. Es natural que las ciudades que nos rodean, sobre todo con el apremio del cambio climático, también tengan que evolucionar. Muchas ciudades se enfrentan además a retos cada vez mayores relacionados con la cadena de suministro y la inestabilidad política. Con esto en mente, debemos analizar cómo podemos planificar y desarrollar ciudades sostenibles que sigan siendo resilientes a lo que nos depare el futuro.
La respuesta está en aprovechar lo que hace única a una ciudad y potenciar sus puntos fuertes, como por ejemplo, la sostenibilidad medioambiental. Este es un gran punto fuerte en Escandinavia, cuyo resultado es extremadamente positivo en nuestro Índice de Ciudades Sostenibles debido a su compromiso con una sólida gobernanza medioambiental y a sus medidas contra el cambio climático. Por el contrario, muchas ciudades estadounidenses, como Miami y Nueva Orleans, que son especialmente vulnerables a la exposición medioambiental, se sitúan en la mitad inferior del pilar del planeta de nuestro índice, lo que pone de manifiesto la urgente necesidad de centrarse más en la adaptación al clima, las emisiones de gases de efecto invernadero, la gobernanza medioambiental y el uso de la energía.
¿Qué esperan los habitantes de las ciudades y de las comunidades en las que viven?
En nuestro Índice de Ciudades Sostenibles, examinamos la sostenibilidad urbana a través del prisma de la prosperidad. Para ser verdaderamente sostenibles, las ciudades deben mirar más allá de su desarrollo económico y prestar atención al estado de su entorno natural y a la calidad de vida de las personas que viven en ellas.
Las necesidades de todos los ciudadanos deben tenerse en cuenta a la hora de redefinir las ciudades, garantizando que todos puedan acceder a los recursos necesarios y a la oportunidad de prosperar. Con la proliferación de los fenómenos meteorológicos extremos y el reconocimiento de que el impacto de estos fenómenos no se reparte de manera equitativa dentro de las ciudades, la equidad climática debe ser una parte fundamental en la toma de decisiones.
Para que el cambio sea realmente positivo, todos los implicados en las ciudades —gobiernos, distritos urbanos, municipios, distritos empresariales, ayuntamientos y ciudadanos por igual— deben tener voz en la mesa de negociación y adoptar un "pensamiento sistémico". Se trata de entender que la suma es mayor que las partes individuales y de reconocer que necesitamos trabajar juntos para adoptar medidas valientes que nos permitan crear ciudades habitables, inclusivas y asequibles.
Lo vemos en ciudades como Glasgow, en el Reino Unido, donde sus excelentes resultados en el pilar de las personas (n.º 1) son producto de su orientación a la experiencia de sus ciudadanos. Proyectos como el Programa de Barrios habitables de Glasgow, en el que estamos trabajando activamente con la comunidad local y las partes interesadas para identificar problemas y oportunidades con el fin de elaborar propuestas de proyectos, son clave cuando se trata de situar a las personas en el centro de la regeneración urbana.
Soluciones que siguen el ritmo de la innovación
Si consideramos la planificación de las ciudades de forma integral, conceptos más novedosos, como el impacto sobre los recursos, la salud y la equidad social, resultan fundamentales para la habitabilidad presente y futura de una ciudad. Aunque son muchos los retos que superar, como el impacto del desarrollo urbanístico en la sostenibilidad, y cómo se traduce en medidas concretas y a escala, también hay soluciones.
Con un mayor impulso por parte de los responsables políticos, así como con el apoyo de la inversión gubernamental y los proyectos de ley de infraestructuras, tanto los municipios como los promotores buscan adoptar fuentes de energía más sostenibles y con bajas emisiones de carbono. Sin embargo, el ritmo de la innovación y la digitalización puede dificultar la confianza en las grandes inversiones, de modo que se intentan tomar decisiones que sean inteligentes hoy pero teniendo también en cuenta las innovaciones del futuro.
Además, la rápida urbanización y el agravamiento en las tendencias del cambio climático obligan a las ciudades a adoptar medidas valientes, inmediatas y de envergadura.
La complejidad y el ritmo de aceleración de estas tendencias dificultan a los responsables políticos, los gobiernos y las empresas privadas la tarea de evaluar el momento adecuado para intervenir, y dónde y cómo gestionar mejor la inversión, lo cual puede dar lugar a la paralización de las decisiones y los análisis.
Proporcionar confianza en la toma de decisiones es fundamental. Por ejemplo, las soluciones inteligentes para el sector hídrico pueden ayudar a los clientes y a las comunidades a proteger uno de nuestros recursos más preciados, el agua. Al trabajar con HydroNET, podemos proporcionar las herramientas digitales necesarias para prever condiciones meteorológicas extremas y respaldar decisiones basadas en datos, transparentes y responsables para gestionar entornos seguros para el agua. Esto ayuda a los municipios y a las administraciones hidrológicas a reducir significativamente el tiempo y los costes que supone generar informes sobre inundaciones, además de mejorar la accesibilidad para el público, aportando una mayor resiliencia a las comunidades.
Otro ejemplo es nuestra calculadora del riesgo de inundaciones, que evalúa los efectos colectivos y específicos para un lugar que las inundaciones pueden provocar en los edificios situados en la llanura aluvial natural, así como otros efectos más generales debidos a la subida del nivel del mar en zonas donde se estén llevando a cabo proyectos, ya sean pequeños barrios o grandes regiones metropolitanas. Hemos utilizado esta herramienta en barrios, únicamente en unos centenares de edificios para solicitudes de subvenciones de respuesta rápida, como Huntsville (Alabama) y Tarpon Springs (Florida). También se ha utilizado para evaluar el riesgo de inundaciones en los cinco distritos de la ciudad de Nueva York, con un inventario de aproximadamente un millón de edificios.
Al cuantificar de esta forma los daños en una zona, es posible agilizar y ampliar la evaluación de las medidas de reducción de riesgos que se implementan a través de proyectos de mitigación de inundaciones, lo que permite tomar decisiones mejor fundamentadas.
Necesitamos oportunidades como estas que impliquen poco o nulo arrepentimiento para dar a las ciudades confianza en sus decisiones de inversión. La gobernanza, la colaboración entre los sectores público y privado, y los proyectos piloto a pequeña escala para poner a prueba las innovaciones son fundamentales para impulsar una planificación urbana sostenible.
Cuando se trata de planificar ciudades resilientes, solo podremos crear realmente futuras ciudades prósperas a través de un enfoque holístico que tenga en cuenta todos los elementos de nuestras ciudades, con soluciones reales centradas en las necesidades de los ciudadanos.